miércoles, 14 de noviembre de 2007

Detrás de la pantalla


RELATO PUBLICADO EN LA ANTOLOGIA "QUÉ ME ESTÁS CONTANDO"

EDITORIAL: HIJOS DEL HULE

Eduard observa de forma compulsiva el reloj de diseño que hay en la pared. Dentro de una hora acabará este horrible turno de doce horas. Tiene ganas de huir del ambulatorio, dejar el uniforme en el cesto de la ropa sucia y salir a la calle para respirar.
Cuando llegue a casa, su mujer y sus hijos estarán durmiendo, lo prefiere así. No tendrá ganas de hablar y sobre todo no soportaría escuchar más quejas de nadie, menos de la familia. Se dará una ducha larga y caliente, luego se estirará en el sofá, hasta confundirse con él, y poder sentirse sólo un mueble.
Está a punto de desconectar el ordenador, cuando una voz lo arranca de forma cruel de su ensimismamiento.
–Chicos tenéis un aviso: Tráfico en Gran Vía con Rocafort. Dos politraumatizados y un exitus. ¡Daros marcha! Prepararos para lidiar con prensa y exceso de curiosos, los accidentados son gente del famoseo. Suerte.
La voz cantarina de Raquel, la administrativa, era lo último que deseaba oír; una guindilla para rematar aquel día: Infarto al alba. Cadáver a media mañana, descubierto por las sospechas de la vecina; ya que la abuela llevaba semanas sin bajar la basura. Psiquiátrico de ciento cincuenta kilos a la hora de comer; que con cuchillo en mano, amenazaba a todo bicho viviente que se movía. Pelea con navajazos para merendar, y acabando el turno un tráfico.
¿La gente no sabe divertirse de otra manera?
Llega al lugar del accidente y por suerte la policía se le ha adelantado. Han limpiado la escena, apartando fotógrafos y ciudadanos morbosos, que disfrutan llorando con las desgracias ajenas o viendo sudar a los obreros en los andamios.
Eduard see encuentra con un coche deportivo rojo hecho trizas: un montón de euros, convertido en chatarra. El conductor que llora de forma histérica, solo tiene rasguños sin importancia y una borrachera impresionante. Desde luego, interpreta mejor en la telenovela que emiten cada tarde por televisión; parece más natural detrás de la pantalla. Mientras le inyecta vitamina B y le da un ansiolítico, constata que es más bajito y delgado de lo que parece en la serie; será cierto que la tele engorda. Su compañera no volverá a rodar ningún otro capítulo: está fiambre. Los guionistas tendrán que estrujarse los sesos, pues la joven, cree recordar que era una de las protagonistas de la serie.
Los curiosos se multiplican como las setas. Una mujer llora y grita al público, como si ella fuera un personaje más del folletón de la tarde, informa a todos de que Agnes la hija del banquero está muerta. Un abuelo dice que la culpa es de Ramón, que conducía borracho. Escucha los comentarios sin dejar de trabajar y lamentándose de que la gente sea tan ignorante. ¿No saben discernir la realidad de la ficción?
Eduard ejecuta su trabajo de manera automática, con la eficacia que se obtiene después de años. Atiende al otro superviviente, también actor de la telenovela, y mientras le pone una vía, un collarín y lo intuba, sigue escuchando los comentarios del público, que están disfrutando como camellos con un capítulo en directo de la serie que lleva entrando en su casa, hace más de mil tardes.
La actriz para el forense, el conductor para la policía y el otro superviviente directo a cirugía del Clínico. Por fin se acaba el turno y Eduard se dirige feliz a casa.
Como suponía, encuentra su hogar envuelto en un silencio acogedor. Se estira en el ansiado sofá... pero no tiene sueño. Tampoco tiene ganas de leer. Piensa que será mejor dejarse hipnotizar por la caja tonta y no pensar en nada. Conecta con una cadena en la que emiten películas antiguas, en blanco y negro y se deja arrastrar por las imágenes, por la música de fondo.
Es un pastel de película, un dramón sin pies ni cabeza y Eduard sin saber porqué, empieza a llorar como un niño. Llora y moquea al compás de la protagonista, cuyo novio la ha dejado embarazada y está apunto de lanzarse al río Hudson.



GRISELDA MARTÍN CARPENA

1 comentario:

SAGITAS E. POTTER BLUE dijo...

Pero que directa eres, Griselda... Por un lado te sale tu vena profesional y tu protagonista intenta ser ese ser frío que actúa como debe, poner inyeciones y entablillar... Por el otro nos recuerdas que esos médicos tienen una casa y un hogar al que regresar después de un día duro, y que son también humanos, que lloran al sentarse en su sofá y que le afectan los delirios humanos... En un párrafo sencillo has resumidos todas las desgracias humanas a los que os enfrentáis cada día y que ninguno de nosotros podríamos soportar...
Y después nos presentas la ridiculez de los paisanos que pasan de ver la telenovela de las cuatro a llorar ante las cámaras porque tal protagonista ha sufrido un colapso nervioso por chocar con su coche de millones por estar tan borracho que no sabe poner ni la primera... Mañana comprarán el "Hola" o el "Diez Minutos" y dirán: "Mira, ese soy yo, el que está tras la barrera de la poli". Es decir, son protagonistas durante unos minutos de las desgracias humanas...
PEro el verdadero héroe es aquel que va, ayuda, socorre y llega a casa y llora, porque la vida es dura, y tenemos muchas cosas que nos afectan y nos hacen sentirnos mal...